cuento popular
CUENTO POPULAR
Eran las siete y media de la última tarde de estudio
de Cristina, cuando ésta exclamo a su madre:
-Mamá, he decidido dejar de estudiar, pues, por mucho
que lo intente, no aprobaré este examen.
¡Es imposible!
Tras oír esto, la madre contestó:
-Cristina no dejes de intentarlo, ¿es qué acaso no
conoces el cuento de las ranitas en la nata?
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente
de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar
o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio,
las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era
inútil.
Una de ellas dijo en voz alta: no puedo más. Es imposible
salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo
por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada
por un esfuerzo estéril.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez,
siendo tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente se dijo: ¡No hay manera!
Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque
la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un
segundo antes de que llegue mi hora.
Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo
lugar sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, la
nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida la rana dio un salto y, patinando, llegó
hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando
alegremente.
Moraleja: no te des por vencido, sigue tus sueños, y
lo habrás conseguido.